Venus Williams, luchadora incansable de la igualdad

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En 2005, Venus Williams dominaba las canchas de tenis. Se hizo con el título de Wimbledon tras vencer a Lindsay Davenport en la final femenina más larga de la historia del torneo. El día antes de ese partido, Williams asistió a una reunión organizada por el All England Lawn Tennis and Croquet Club, la organización que dirige el torneo, y pidió a los presentes que cerraran los ojos e imaginaran ser una niña que entrena durante años sólo para “llegar a esta etapa y que te digan que no vales lo mismo que un niño”.

Ese mismo año, Roger Federer ganó el título de la rama masculina contra el estadounidense Andy Roddick en sets corridos, recaudando $1.13 millones en premios. Pero su contraparte femenina, Williams, ganó solo $1.08 millones.

Cuando se le preguntó en 2006 por qué la brecha salarial persistía ante las crecientes críticas, el presidente del club, Tim Phillips, justificó la discrepancia de los premios diciendo que las demandas físicas de los hombres en partidos de cinco sets eran mucho más altas que las de las mujeres, de tres. Phillips agregó que el club no vio la discrepancia de los premios como “una cuestión de igualdad de derechos”, y señaló que “las 10 mejores damas del año anterior ganaron más de Wimbledon que los 10 mejores hombres” al jugar también en el torneo de dobles.

Más tarde ese año, el director de la WTA, Larry Scott, le preguntó a Venus Williams si estaría dispuesta a desempeñar un papel central en la búsqueda agresiva de la igualdad salarial, una misión que aceptó.

Williams y otras jugadoras de tenis necesitaban superar el argumento de que el formato de juego de los hombres merecía un salario más alto. En un artículo de opinión publicado en The London Times que incluso tuvo eco en el parlamento británico, Williams argumentó que la estructura de premios de Wimbledon “devalúa el principio de la meritocracia y disminuye los años de arduo trabajo que las mujeres en la gira han dedicado a convertirse en tenistas profesionales. El mensaje que me gusta transmitir a las mujeres y niñas de todo el mundo es que no hay techo de cristal. Mi temor es que Wimbledon esté enviando el mensaje opuesto en voz alta y clara”.

En 2007, los esfuerzos de Williams dieron sus frutos. Phillips, presidente del All England Club, anunció: “Este año, teniendo en cuenta tanto la progresión general como el hecho de que factores sociales más amplios también son relevantes para la decisión, el Comité ha decidido que es el momento adecuado para llevar este tema a una conclusión lógica y eliminar la diferencia”.

Después de que Venus se enteró de esta decisión, respondió con su propia declaración: “El mayor torneo de tenis del mundo ha alcanzado una altura aún mayor hoy. Aplaudo la decisión de Wimbledon, que hoy reconoce el valor del tenis femenino”.

Williams, hoy de 39 años y cerca del final de su carrera, será recordada no sólo por el éxito que logró en la cancha o por ser la hermana mayor de Serena, posiblemente la mejor tenista de todos los tiempos, sino por la victoria que logró a nombre de todas sus compañeras para lograr la igualdad e inspirar a muchas mujeres deportistas a exigir un cambio y alzar la voz.

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