De días buenos a malos, la vida de Arthur Ashe

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Una madrugada de febrero de 1993 se dio la noticia de que Arthur Ashe había perdido la vida, esto debido a una neumonía, una complicación del sida. Si, el ex tenista contrajo el virus del VIH en una transfusión de sangre contaminada, durante una cirugía en 1983. Cinco años después se dio cuenta de que contrajo el virus, esto después de un biopsia que reveló la presencia de toxoplasmosis, una infección parasitaria relacionada con la enfermedad.

Su muerte significó la pérdida de uno de los luchadores sociales en contra del racismo en Estados Unidos. Esto no fue nuevo, Arthur Ashe fue el primer tenista afroamericano que sobresalió y gracias a sus actuaciones rompió las barreras en el deporte blanco. Primero tuvo una gran influencia, pues su entrenador fue Walter Johnson, quien también entrenó a Althea Gibson, quien soportó los insultos racistas y hasta 1950 se convirtió en la primera afroamericana (de cualquier sexo) que recibió una invitación para jugar en el US Open, gracias a una campaña promovida por la American Tennis Association.

En su primer año bajo el mando de Walter Johnson, Asher se convirtió en el primer jugador afroamericano en formar parte de un equipo estadounidense de la Copa Davis, pero no fue todo, su crecimiento fue tan rápido que en tan solo dos años se convirtió en campeón individual de la NCAA, y ayudó a la UCLA a conseguir el título por equipos. En 1969 dio el paso al profesionalismo y los éxitos siguieron.

Con su nueva etapa en el profesionalismo, también comenzó su lucha social en contra del racismo. Pues a él le fue negada la visa por parte del gobierno de Sudáfrica, lo que le impidió jugar el torneo de ese país. Ante ello, Arthur Ashe pidió poner atención sobre las políticas del apartheid, abogando por la expulsión de Sudáfrica del circuito profesional.

Ashe jugó de 1963 a 1980 (cuando anunció su retiro). En 17 años como tenista consiguió ser el número dos del mundo y ganador tres títulos de Grand Slam (Wimbledon, el Abierto de Estados Unidos y el Abierto de Australia en singles), le quedó pendiente Roland Garros. En su carrera acumuló un millón 584 mil 909 dólares por premios.

Tras su retiro no se alejó del deporte, combinó sus luchas sociales con el tenis. Escribió para la revista Time, comentó para la cadena ABC Sports, fundó la Liga Nacional Junior de Tenis de su país y en 1985 integró el Salón Internacional de la Fama del Tenis. Mientras tanto ese mismo año fue arrestado cuando protestó contra la política de apartheid de Sudáfrica. No fue todo, pues volvería a ser arrestado, esta vez en septiembre de 1992 debido a sus protestas contra la política de EE.UU. hacia los inmigrantes haitianos. Esa noche dijo: “Marchar en una protesta es uno de los grandes momentos que uno puede tener en su vida, me liberó un torrente de endorfinas”.

Al padecer sida también comenzó otra  lucha, formó su fundación con el objetivo de erradicar el virus. Lo que sorprende eran sus ganas de vivir, de transmitirle al mundo que no estaba enfermo, probablemente la aparición que hizo en las Naciones Unidas durante el Día Mundial del SIDA es la más recordada, pues su discurso fue tan motivante, que no se esperaba que un año después perdería la vida.

“Tengo días buenos y días malos. Mi proporción de días buenos a días malos es de seis a uno. No creo que nadie en mi etapa de esto sería capaz de pasar sin días malos, pero no quería ir a público porque no estoy enfermo. 

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